Recorrer la Costa Oeste de Estados Unidos es casi un viaje iniciático. Paisajes, sonidos y muchos fotogramas que han ido alimentando nuestro subconsciente, construyen todo un imaginario que hay que comparar, unas veces superando las expectativas y otras, bajando a la realidad la visión mitificada que tantas películas y series nos han marcado.
Los Ángeles, Las Vegas, San Francisco, el Gran Cañón, Monument Valley, Antelope Canyon, Yosemite… La lista puede ser interminable y todo lo larga que nos permita el tiempo del que disponemos.
Si quieres visitar varios de los parques nacionales de la zona, existe un golden pass que cuesta unos 60 dólares y da acceso a todos ellos. Alojarse dentro de los parques es caro, sobre todo en verano, por lo que dos opciones económicas son: dormir fuera, en moteles que nos pillen de camino o hacer camping y disfrutar de la increíble nitidez del cielo y rodeados por los sonidos de la naturaleza.
Normalmente, el periplo por el territorio de la Costa Oeste estadounidense suele comenzar en Los Ángeles, la segunda ciudad más grande de EE.UU. y un verdadero coloso, donde no se sabe por dónde empezar a visitar. Las distancias son muy grandes, nada que ver con el concepto de ciudad europea. Los barrios se extienden sobre las colinas, distintos entre sí, desde el lujo extremo de algunas casas de Beverly Hills, a la imagen surfera y televisiva de Santa Mónica o la cinematográfica de Hollywood y sus reconocibles letras sobre la colina.
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